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28 de Marzo, 2006
“ETA se apunta un tanto” por Francisco Cabrillo
Recomendamos los análisis ofrecidos en el diario LA GACETA DE LOS NEGOCIOS
por su seriedad y pluralidad. Muy acertados en líneas generales. Sólo un matiz
sobre José María Calleja. Mucho ha hecho este periodista (que tuvo que
abandonar el País Vasco por la amenaza de la banda criminal) por las víctimas
de ETA y contra el terrorismo, por esta razón llama la atención su postura
actual. El anuncio de ‘alto el fuego permanente’ no es una gran
noticia, aceptamos que sea un alivio, más temporal que definitivo. Esperemos
que al periodista no le afecte el llamado ‘Síndrome de Estocolmo’.
“Período de confusión” por Ramón Pi
El anuncio de la “tregua
permanente” de ETA ha sido un alivio; no podía ser de otro modo. El
terrorismo es como un dolor de muelas: no es mortal, pero cuando se
manifiesta impide pensar en otra cosa. Que ahora los terroristas de ETA digan
que declaran su “tregua” siempre es un alivio, desde luego, pero
los terroristas no entregan las armas y las bombas, no disuelven su
organización, y persisten en sus reclamaciones separatistas inverosímiles de
un Euskadi imaginario, con Navarra y una parte de suelo francés incluidos. El
dolor de muelas habrá remitido, pero la infección sigue ahí.
En lo primero que se piensa al
oír a Rodríguez Zapatero hablar del “principio del fin” o a Juan
José Ibarretxe de “un proceso largo y difícil” que arranque de
esta tregua, es en una negociación en los términos que exige ETA, es decir,
en términos políticos, porque una negociación con ETA, ¿es posible si se
excluyen concesiones políticas? ¿Sobre qué podría versar, si no?
Lo primero que ha dicho el
fiscal general del Estado ha sido que espera que el juez Grande Marlaska se
piense mejor qué decide sobre el encarcelamiento de Otegui a partir de los
nuevos datos de la tregua. ¡Qué confirmación indirecta tan tremenda de la
razón que asistía a Otegui cuando, al ser detenido hace unos meses, preguntó
si eso lo sabía el fiscal general! ¿Se querrá poner el fiscal general la
medalla de haber logrado que el juez no encarcele a Otegui, acaso con la
esperanza de que ETA confirme su creencia de que los jueces obedecen a los
Gobiernos en España?
Tras la inicial sensación de
alivio, para mí se abre un período de confusión, no de esperanza. La
esperanza es, me temo, otra cosa, que tiene más que ver con la ley y las
libertades.
Publicado en
el diario LA GACETA DE LOS NEGOCIOS el jueves 23 de marzo de
2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente el texto.
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“Alto el fuego” por Joaquín Madina Loidi
Ayer viajé de Bilbao a Madrid,
en coche. Cuando salí de Bilbao, en la radio se comentaba la aprobación del
Estatuto catalán en la Comisión Constitucional, con el voto en contra
de ERC y PP. Cuando llegué a Madrid, la noticia era el alto el fuego
permanente declarado por ETA.
A medio camino, a la altura de
Aranda de Duero, me llamó la atención el enfado de una radioyente, de Eibar,
que se mostraba indignada por el comentario de otra señora, de Sevilla, según
la cual "no todos los vascos son iguales y no se debe confundir a los violentos
con los pacíficos". La mujer eibarresa lo desmentía. "Todos los
vascos somos iguales —aseguraba—. Todos los vascos sentimos lo
mismo. ¡Qué sabe nadie fuera de Euskadi de nosotros!".
¿Qué sabe nadie? Me he alegrado
mucho con la notificación de alto el fuego, pero coincido con el Gobierno y
la oposición en la necesidad de actuar y manifestarse con la mayor cautela.
Creo, efectivamente, que se trata de una buena noticia y coincido con Iñaki
Anasagasti en que no hay que estudiar con lupa la nota de ETA, porque lo que
importa es el anuncio. En este caso, el titular es lo significativo. Tiempo
habrá para entrar a estudiar el texto, que ya advertimos que trae consigo las
incongruencias de costumbre. Las referencias a los estados francés y español,
la represión y la voluntad de impulsar el proceso democrático desde la
perspectiva de ETA, son elementos secundarios, aunque nada despreciables.
Como ha dicho Rajoy, el alto el
fuego no presupone la disolución de ETA y entiendo que el comunicado hecho
público no es el texto que está dispuesto a admitir el PP. Sin embargo, me
congratulo de su declaración de apoyo a la acción del Gobierno, aunque
condicionada, y confío en que se estreche la colaboración entre todos los
partidos políticos. En todo caso, el papel de la oposición es hacer
oposición, seria, tanto en momentos dramáticos como de euforia.
¿Desconfianza? Sí. ¿Esperanza?
También. Hoy no es el día para apretar los tornillos al Ejecutivo, sino para
hacer piña. El proceso va a ser complicado, seguramente largo, y exigirá
muchos controles para llegar a buen fin.
La noticia de hoy es la noticia
de hoy; no la de mañana.
Publicado en
el diario LA GACETA DE LOS NEGOCIOS el jueves 23 de marzo de
2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente el texto.
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“ETA mueve pieza” por Álvaro Delgado-Gal
Alto el fuego
"permanente" es una fórmula rara. Compárenla con “tregua
indefinida”. “Tregua indefinida” se refiere a una tregua
cuyo fecha de vencimiento no ha sido fijada aún. Pero
“permanente” sugiere “para siempre”. Un “alto
el fuego permanente” sería una interrupción de las acciones armadas que
aspira, o pretende ya, ser mucho más que una interrupción. Nos encontramos al
borde de un oxímoron, si no dentro de él.
ETA no depone las armas. Apunta
con ellas hacia el suelo, durante un rato... que se envasa o embute en un
afán de eternidad. Y se vuelve a hablar de autodeterminación del pueblo
vasco, o su equivalente. Pero más de refilón que antes. Se emplea también,
más de una vez, la palabra “voluntad”. A la voluntad de
desistimiento definitivo, se apelaba en la declaración del Congreso que dio
inicio al proceso oficioso de paz. El anuncio de ETA ha sido redactado
abriendo puertas, facilitando vados y coartadas, a la estrategia del
Gobierno.
Ello plantea una disyuntiva.
Uno: ¿lleva razón el Gobierno, y nos asomamos al principio del fin de la
banda, a su progresivo aterrizaje en la superficie muelle de la política
ortodoxa? Dos: ¿pretende la banda que Zapatero no pueda evitar un paso
ulterior, que significaría, como mínimo, la relegalización de HB?
La segunda hipótesis no implica
que ETA y el Gobierno estén de acuerdo sobre objetivos más a largo plazo.
Significa sólo que han coincidido, de modo no por fuerza expreso, en recorrer
juntos un trecho de camino. Los dos ganarían tiempo. Y la oportunidad de un
ejercicio siempre tentador: el de hacerse ilusiones.
Este columnista comprende que la
gente quiera hacerse ilusiones. Pero los gobiernos tienen el deber de ser
menos impresionables que el ciudadano común. Estimo que sería un error
premiar ambigüedades con concesiones concretas. Mientras ETA no entregue las
pistolas, seguiremos moviéndonos en la esfera imponderable de las conjeturas.
Y acaso, de las ensoñaciones.
Publicado en
el diario LA GACETA DE LOS NEGOCIOS el jueves 23 de marzo de
2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente el texto.
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“Un proceso muy complejo” por M.
Fernández
Los analistas creen que la
decisión sobre la reducción de penas y la intervención del juez Marlaska han
sido definitivos para provocar el anuncio de ETA.
Lo anticipaba LA GACETA el lunes 20:
“La mayor tensión no erosiona las expectativas de paz de Zapatero. El
presidente del Gobierno ha blindado el denominado ‘proceso de
paz’ para que llegue a buen término”. Dos días, ETA anuncia un
alto fuego permanente a partir del 24 de marzo.
En el medio, los contactos
mantenidos estos últimos meses entre interlocutores del Gobierno y el Partido
Socialista con dirigentes abertzales. Había que lograr a toda costa un gesto
de la banda criminal que pudiera hacer que el propio Rodríguez Zapatero
recuperara el crédito perdido ante la opinión pública después de la última
ola de atentados de la organización terrorista.
Si estos últimos meses el rumor
de una posible tregua recorrió las redacciones de todos los medios de
comunicación, este fin de semana en el País Vasco se daba ya por hecho que la
tregua era inminente. Desde la
Presidencia del Gobierno se comentaba en voz baja que ETA
daría el paso “más pronto que tarde”, incluso en este mismo mes
de marzo. Y el propio Alfredo Pérez Rubalcaba comentaba ayer en los pasillos
del Congreso que nunca habían perdido la esperanza y que, al final, se ha
demostrado que iban por el buen camino, a pesar de las numerosas críticas
recibidas.
Para lograr lo que ya se
denomina en círculos políticos como un “nuevo tiempo político para la
paz”, parece que ha sido decisivo el papel del fiscal general del
Estado advirtiendo públicamente que pediría el ingreso en prisión de Arnaldo
Otegui , que —a iniciativa del juez Grande-Marlaska — ha sido
citado (su nueva comparencia se espera para el 10 de abril) junto a otros
dirigentes de Batasuna, por el desarrollo de la huelga general en la que ETA
colocó cuatro bombas.
La advertencia del Fiscal
General ha sido interpretada como una nueva vuelta de tuerca, una forma de
decir que se acababa el tiempo de espera y la paciencia del propio Zapatero
para lograr “lo que todo el
mundo esperaba”, un gesto de ETA en el sentido del que ayer
tuvo lugar.
Junto a este anuncio, también
cabe destacar que ha sido fundamental la nueva doctrina sobre la redención de
penas, de manera que si bien no se pueden acumular condenas que superen los
40 años de cárcel, la redención no se contará sobre el máximo de
cumplimiento, sino que se hará sobre cada una de las condenas impuestas. De
esta forma, las salidas de prisión que se iban a producir a lo largo de este
año quedan relegadas durante unos cuantos años más.
Esta decisión ha caído como un
jarro de agua fría entre los presos y en la propia izquierda abertzale, que
ha visto cómo el Gobierno comenzaba a dar pasos atrás ante la falta de gestos
positivos por parte de la banda.
A pesar de reconocer que estos
dos temas han podido influir en la decisión de ETA de anunciar una tregua
permanente, en el entorno de la ilegal Batasuna se indica que “ETA no
se va a rendir”, criticando las últimas actuaciones judiciales y
pidiendo a la propia UE que se implique en el nuevo “proceso de
paz”.
Una tregua
cantada
Aunque esperado por todos, el
anuncio de tregua se ha hecho esperar en exceso. A medio día ETA anunciaba un
"alto el fuego permanente" que deja paso a un proceso largo y
complicado. El Gobierno tiene ahora el balón en su tejado. Pero ya estaba
todo blindado y bien blindado.
Zapatero, personalmente, sin
apenas contactos con sus más estrechos colaboradores, cerró una negociación
previa con el entorno terrorista. No muy lejos de todo lo que se estaba
cociendo estos últimos días, se encontraban dos personajes que han tenido
mucho que ver en este anuncio: Alfredo Pérez Rubalcaba y el peneuvista Josu
Jon Imaz. Y al margen de todo, el mismísimo lehendakari Ibarretxe.
Ahora, lo primero es conocer si
el Ejecutivo y el Congreso entienden que el contenido de ese comunicado se
enmarca dentro del acuerdo del Parlamento que permite al Ejecutivo entablar
un diálogo con ETA. Lo lógico es pensar que sí, que la puerta se ha abierto y
que todo avanzará hacia una nueva negociación del Estatuto de Autonomía del
País Vasco, que concluiría con una votación en referéndum en esa comunidad.
Esto supondría una especie de referéndum sobre la soberanía vasca.
A ningún analista se le ha
escapado el hecho de que el comunicado de ETA haya llegado exactamente 24
horas después que la aprobación del Estatut en la Comisión Constitucional.
Para la gran mayoría son dos procesos semejantes que van de la mano.
En el caso del "proceso
político de paz" vasco, el presidente del Gobierno tiene ya su hoja de
ruta. Desde hace meses ha estado estudiando la situación actual y barajando
todas las posibilidades; entre ellas, futuros movimientos de presos.
Probablemente, ahora, el Ejecutivo decida realizar algún gesto (muy
significativo) entre el colectivo de internos de ETA. Es muy probable se
produzca un acercamiento de un importante número de presos al País Vasco,
como ya hizo el Gobierno del PP en la anterior tregua de ETA.
Asimismo, Interior ha reiterado
a las Fuerzas de Seguridad del Estado que no se baje la guardia, que no se
puede repetir un error similar al que se produjo durante la tregua-trampa
anterior. Para los miembros de las Fuerzas y Cuerpos la palabra “tregua
permanente” vale lo mismo que la de “tregua indefinida” que
ETA oficializó en el 98.
“Son meros términos que no
significan nada, porque ETA puede romperla en cualquier momento sin ningún
tipo de problemas”. Lo ha hecho en anteriores ocasiones y lo puede
hacer una vez más. "Lo importante es ir con mucha cautela y ver cómo va
evolucionando todo el proceso. Ésa es la clave. Nos quedan muchos meses de
incertidumbre por delante".
Publicado en
el diario LA GACETA DE LOS NEGOCIOS el jueves 23 de marzo de
2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente el texto.
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“Gana la democracia, pierde ETA” por José
María Calleja
El anuncio de ETA de “un
alto el fuego permanente”, es una magnifica noticia para los
demócratas, certifica la derrota de los terroristas y abre un periodo de
esperanza que habrá que gestionar con tenacidad y espíritu vigilante. Es una
buena noticia porque significa que la banda deja de matar y no lo hace
mediante una tregua, que ya sería una trampa de saque, ni con matices que
atemperen la decisión. ETA copia a sus hermanos mayores del IRA, que hicieron
una declaración en los mismos términos cuando anunciaron que dejaban de
matar.
Estamos ante la victoria de la
democracia contra el terrorismo nacionalista vasco. Una victoria que sería
imposible de no haberse producido, el 29 de marzo de 1992, el golpe de la Policía española a la
dirección de la banda en Bidart. Ese golpe policial inicio el declive de ETA,
les llevó a los terroristas a su decisión de hoy.
De manera que los demócratas
tenemos que estar contentos y las víctimas las que han perdido a familiares
y los que hemos sobrevivido, debemos estar contentos también. Ahora es el
momento de hacer política; es decir, de renunciar al asesinato, a la ventaja
política que supone aniquilar a los considerados enemigos, de renunciar a la
difusión de miedo como forma de ensanchar la hegemonía, de desmontar las
estructuras de odio y extorsión. Esta es la tarea clave en este momento:
conseguir que el mundo
batasuno haga política como los demás, renunciado a todas las ventajas que
supone la institucionalización de l odio, la muerte y el miedo durante tantos
años en la vida política vasca.
La Policía tiene
ahora que seguir atenta, para impedir cualquier añagaza por parte de la
banda, para impedir que esto sea una pausa para coger impulso. La sociedad
civil tenemos que estar atentos para que la banda no consiga ahora sin
asesinar lo que no obtuvo cuando mataba. En este sentido sería espléndido que
el PSOE y el PP arrinconaran la crispación y se reuniera, ya, el Pacto
Antiterrorista.
Publicado en
el diario LA GACETA DE LOS NEGOCIOS el jueves 23 de marzo de
2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente el texto.
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“¿El fin de ETA?” por J.L. González
Quirós
La tregua anunciada por ETA
tiene dos causas: el fuerte deterioro de su organización debido a la política
desarrollada por Aznar y la esperanza etarra de que con el nuevo Gobierno
español podrían sacar fuerzas de flaqueza y obtener por la vía política lo
que ya era imposible lograr con las bombas y la extorsión. La política de
Zetapé ha venido preparando una salida honorable a una banda que se sabía
impotente para forzar una victoria militar, de manera que era muy probable
que acabase pasando lo que el presidente, absolutamente opaco en este punto,
sabía que iba a pasar.
¿Cómo se va a administrar esta
buena noticia? ETA deja muy claras sus intenciones en el comunicado: trata de
forzar por vías políticas lo que defendía mediante el terror. La clave del
significado de esta tregua no va a estar en las intenciones de ETA, sino en
la fortaleza y la claridad que pueda mostrar el Estado. Con la excusa de
evitar nuevos muertos se puede demoler algo más que la Constitución.
El Gobierno puede caer muy
fácilmente en la tentación de regodearse con las mieles de su supuesto éxito
político y abrir la mano en las concesiones para consolidar lo que, con una
insensatez rayana en la estupidez, ha calificado gratuitamente de proceso de
paz. Al mismo tiempo puede tender una trampa para osos al PP acusándole de
ser contrario a la paz, si el PP, como debe hacer, muestra su oposición a un
nuevo desguace del edificio constitucional como premio de consolación a
quienes han causado la muerte a mil españoles, vascos o no.
Entramos en una situación
bastante nueva en la que afrontamos el riesgo de que el Gobierno trate de
edificar una verdadera barbaridad política sobre los cimientos de una buena
noticia. No se trata de hacer un juicio de intenciones a nadie y, menos aún,
de desear que el Gobierno se equivoque. Pero los antecedentes no invitan al
optimismo. La tregua de ETA puede salir muy cara a los españoles que no
queremos dejar de serlo.
Publicado en
el diario LA GACETA DE LOS NEGOCIOS el jueves 23 de marzo de
2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente el texto.
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“ETA se apunta un tanto” por Francisco
Cabrillo
En septiembre de 1988 la
organización terrorista ETA decidió aplicar lo que en su comunicado se
denominaba una “tregua indefinida”. Naturalmente el asunto tuvo
el final que todos conocemos poco más de un año después. En marzo de 2006 ETA
habla de un “alto el fuego permanente”.
La probabilidad de que la nueva
maniobra desemboque en una nueva situación de crímenes y violencia es muy
elevada.
¿Qué es un alto el fuego? En un
conflicto bélico significa que las partes implicadas en una guerra suspenden
sus ataques. Pero difícilmente podemos hablar aquí de un conflicto bélico en el sentido convencional del
término. La actividad terrorista tiene, sin duda, una parte de lucha armada.
Pero el diseño de la estrategia terrorista es mucho más complejo. Y no
resulta claro si ETA va a aplicar a todas sus acciones el llamado alto al
fuego. Sería interesante saber, por ejemplo, si va a cesar de inmediato el
chantaje mafioso al que son sometidos a diario multitud de empresas y
profesionales; o si va a desaparecer la política de hostigamiento que sufren
tantas personas que se niegan a aceptar la dictadura del miedo, que es el
auténtico gobierno en el País Vasco desde hace muchos años. Desgraciadamente
no creo que los terroristas se hayan planteado siquiera tal posibilidad.
Los objetivos de ETA siguen
siendo los mismos que han sido siempre: la independencia del País Vasco y el
establecimiento en él de un régimen socialista de confusa definición. Su
estrategia no ha cambiado; pero la táctica elegida se ha adaptado a las
circunstancias adecuadas a cada momento. En realidad lo que hace ETA responde
bastante bien a la vieja idea, que se remonta al menos a Clausewitz, de
acuerdo con la cual lo que diferencia a la guerra de la política no es tanto
el objetivo perseguido como los medios que se utilizan en cada caso. Y es
razonable pensar que ETA ha diseñado su nueva táctica a la vista de las
circunstancias en las que hoy se desenvuelve, más cómodas para el logro de
sus objetivos que las que había tenido con el anterior Gobierno español.
Somos muchos los que tenemos la
impresión de que ETA está jugando sus cartas con bastante más habilidad que
sus adversarios. Entre otras cosas, porque ya no está tan claro quiénes son
sus adversarios. Junto a quienes defienden una lucha radical contra el
terrorismo y piensan que la única solución al problema es la derrota de ETA,
existen hoy varios grupos políticos de posición mucho menos definida, al
menos en lo que se refiere a la forma de alcanzar la paz, o, al menos, una
apariencia de ella. En este sentido los partidos nacionalistas nunca han
engañado a nadie. El gran cambio que hace que podamos hoy estar hablando de
una situación distinta es que, por primera vez, un Gobierno español parece
dispuesto a hacer concesiones a los objetivos estratégicos finales de ETA en
un grado que no podemos conocer con precisión. Pero no es posible entender la
evolución más reciente de los hechos sin tales posibilidades de cesión en
principios que hasta hace no mucho tiempo se consideraban intocables. Y las
armas siguen preparadas para utilizarlas cuando a la banda le convenga
amenazar de nuevo.
¿Qué buscan los grupos que están
negociando? O, en otras palabras, ¿cuáles son los argumentos de las funciones
de utilidad de la ETA,
los nacionalistas y los socialistas? Los de los dos primeros grupos son, sin
duda, bastante coincidentes. Se trata de lograr, de una u otra forma la
independencia de la región y garantizar su permanencia en el poder durante
mucho tiempo. Cuestión distinta es si los nacionalistas podrían aguantar las
presiones de los radicales en un País Vasco independiente. Pero los políticos
son maximizadores a corto plazo; y tal tema está, de momento, muy lejos de
sus preocupaciones. En lo que a los socialistas respecta, parece tratarse de
una estrategia dirigida, de momento, a ganar las próximas elecciones; o, al
menos, a seguir gobernando en coalición si no consiguieran la mayoría. Y si,
además, se consigue aislar al Partido Popular y presentarlo como el enemigo
de la política de pacificación, mucho mejor.
Pero para que la negociación
tenga éxito finalmente, será necesario volver a reescribir la historia, actividad
a la que, por desgracia, venimos dedicándonos con entusiasmo en este país
desde hace muchas décadas. Y cuando se trata de borrar la memoria e inventar
algo que, en realidad, nunca ocurrió, siempre hay personas molestas que nos
recuerdan que las cosas no fueron exactamente tal y como las presentamos
ahora. Stalin hizo desaparecer a Trotsky de la historia de la Unión Soviética,
obligando incluso a que se borrara su imagen de algunas fotografías. Poca
duda cabe de que, si se llega finalmente a un acuerdo con ETA, las víctimas
del terrorismo serán testigos incómodos a los que habrá que silenciar. No
sería extraño que, pasado un tiempo, se negara que una vez ETA asesinó en
toda España a más de ochocientas personas. Y si alguien intenta recordarlo,
será tachado de inmediato de reaccionario y fascista. Yo sé de más de un
medio de comunicación que estaría dispuesto a hacer esto sin el menor
escrúpulo. Creo que ustedes también.
Publicado en
el diario LA GACETA DE LOS NEGOCIOS el jueves 23 de marzo de
2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente el texto.
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“Sentimientos contrapuestos” por Cayetano
González
Cuando ayer se conoció el
anuncio de ETA y una vez leído el comunicado tuve sentimientos contrapuestos.
Por un lado me alegré por la sensación de alivio que habrán tenido los
objetivos potenciales de ETA y, sobre todo, los ciudadanos vascos que viven
día a día con una absoluta falta de libertad debido a la presión terrorista.
Pero al releer el comunicado me
embargó un sentimiento de preocupación, por varios motivos. En primer lugar,
no habla de una renuncia definitiva a la violencia. Los terroristas hablan de
“un alto el fuego permanente”. En la tregua de 1998 hablaron de
“alto el fuego indefinido” y todos recordamos como acabó aquello:
al cabo de 16 meses, ETA volvió a asesinar.
En segundo lugar, el comunicado
plantea claramente contrapartidas políticas. ETA dice que el objetivo de su
decisión es ”impulsar un proceso democrático en Euskal Herria para
construir un nuevo marco en el que sean reconocidos los derechos que como
Pueblo nos corresponden... Al final de este proceso los ciudadanos vascos
deben tener la palabra y la decisión sobre su futuro”. En román
paladino, ETA plantea el derecho de autodeterminación del Pueblo Vasco. Lo de
siempre.
El “movimiento” de
ficha de ETA era esperado. Ahora, lo importante es que el Gobierno de España
tenga claro que no puede hacer ninguna concesión política a los terroristas.
No puede pagarse un precio político por la paz.
El presidente del Gobierno debe
recomponer la unidad perdida con el principal partido de la oposición. Ante
la situación política creada por el comunicado de ETA, no sería de recibo que
Gobierno y PP no intentaran ponerse de acuerdo sobre los pasos a dar. Son
momentos para la responsabilidad de todos, pero también para la prudencia y
para mostrar a los terroristas que la democracia y el Estado de Derecho son
fuertes.
Cayetano González es periodista
y director del Observatorio Internacional de Víctimas del Terrorismo de la Universidad San
Pablo-CEU
Publicado en
el diario LA GACETA DE LOS NEGOCIOS el jueves 23 de marzo de
2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente el texto.
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Muy a nuestro pesar no les podemos ofrecer todos los
comentarios del diario EXPANSION. Ya hemos reproducido su editorial y ahora lo
hacemos con un texto de Emilio Lamo de Espinosa ¿Es la ‘tregua’ una
buena noticia? Sí, al menos para los amenazados por la banda criminal. EL resto
es escepticismo aunque los datos revelados por Lamo de Espinosa son muy
elocuentes.
“Una buena noticia” por Emilio Lamo de
Espinosa
Todo Estado se basa en la
fuerza, dijo Trotsky con motivo del Tratado de Brest-Litovsk. Y esto es
efectivamente así, replicaba Max Weber poco después. Pues el Estado -continúa
Weber- es aquella comunidad humana que en el interior de un determinado
territorio... reclama para así, con éxito, el monopolio de la coacción física
legítima. No hay, pues, Estado, democrático o no, si éste no es capaz de
obtener el monopolio del uso legítimo de la violencia, de garantizar que él,
y sólo él, está autorizado a utilizar métodos violentos. Es más, éste es
propiamente el criterio o test de un verdadero Estado.
En ese sentido literal y duro,
al Estado democrático que emergió tras la muerte del General Franco, y se
plasmó en la
Constitución de 1978, le faltaba algo importante. Pues la
organización terrorista ETA no sólo utilizaba sistemáticamente la violencia
en el territorio de ese Estado, amenazando, coaccionando, robando y, por
supuesto, asesinando. Lo que es peor: contaba con la legitimidad que le daban
los votos reiterados de ciudadanos que apoyaban, y apoyan, a Herri Batasuna,
apoyo a su vez de ETA. Y así, entre un mínimo de 100.000 y hasta casi 200.000
vascos (en 1986) han venido otorgando legitimidad a los asesinatos de ETA, en
una elección tras otra, y haciendo gala de una terrible enfermedad moral.
Hasta el 17% de los vascos consideraba, en los años 70, que los chicos de ETA
eran "patriotas". Incluso en los años 80, en plena democracia, sólo
entre un 20% y un 30% de los vascos manifestaba su rechazo total a ETA, y
hasta un 8% les daba "apoyo total". ETA ha sido (y aún es) el
principal problema de la España
moderna. Y por ello, las noticias sobre ETA son las únicas noticias sobre
España que se escuchan en el
mundo entero.
Pero no es lo mismo luchar
contra el franquismo que contra modernas máquinas burocráticas apoyadas en
alta tecnología. ETA era prácticamente imbatible mientras luchaba contra un
Estado franquista, al tiempo, ineficiente e ilegítimo. Empezó a tener
dificultades al enfrentarse contra fuerzas de policía y seguridad
crecientemente legítimas y crecientemente apoyadas por la población. En los
años 90, el rechazo total a ETA era ya superior al 50%. Los últimos años
superaba el 60%, con menos de un 1% de apoyo total. A finales de los años 70,
poco más del 10% de los vascos pensaba que los miembros de ETA eran locos o
terroristas. Pero, para el año 2.000, la cifra era superior al 40%, y otro
13% los consideraba asesinos. La crisis de legitimidad de ETA ha sido brutal.
Bastó que Aznar se decidiera a utilizar todos los recursos del Estado de
Derecho contra ETA (eso sí, todos, y no sólo los estrictamente policiales),
para que ETA empezara a contar sus horas. El error del vil asesinato de
Miguel Ángel Blanco puso a la organización contra las cuerdas y el 11-M
arrasó la posibilidad de violencia indiscriminada, al menos durante bastante
tiempo.
Lo que ha agotado a ETA ha sido
la doble pinza de un Estado dispuesto a utilizar todos sus recursos y una
población que, día a día, percibe la inanidad de sus demandas. Y no deja de
ser una malvada ironía que los frutos de la política de firmeza de Aznar los
vaya a recoger quien, sin piedad alguna, acabó con su legado.
¿A qué precio? ¿Se ha pagado por
ello? No lo sabemos, y, por lo tanto, toda especulación es ociosa. ¿Es pura
casualidad que la tregua se anuncia sólo 24 horas después de la aprobación
del Estatuto de Cataluña? Puede que, tras la buena noticia de hoy, vengan las
malas informando que sí, que, como nos tememos, se ha pagado o se pretende
pagar. Eso sería muy negativo. Pues lo que está claro es que España no está
en guerra con ETA, y esto no es ningún proceso de "paz"; que los
terroristas no deben obtener rentabilidad alguna de sus asesinatos; y que,
por mucho que el bien común pueda aconsejar generosidad con los presos,
tampoco tenemos derecho a pagar con justicia ajena, y menos a quien no sólo
no se arrepiente, sino que alardea de ello. Por ello, hoy es más urgente que
nunca revivir el pacto antiterrorista, y sería sumamente irresponsable
avanzar ni un paso más en negociación alguna sin contar con la oposición. Y
hoy, igual que ayer, la responsabilidad de que eso ocurra la tiene quien
tiene la responsabilidad política en España: el presidente Zapatero.
Publicado en el
diario EXPANSION el jueves 23 de
marzo de 2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente el texto.
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El gobierno, con su presidente a la cabeza, ha bajado el
nivel de crispación político. PRISA con su segunda marca (versión económica)
también baja el listón aunque no abandona la coletilla, si algo sale mal la
culpa es del PP por su escasa colaboración. Pimentel que dimitiera dos semanas
antes de las elecciones para posteriormente abandonar el PP alegando desacuerdo
en la guerra de Irak también está presente en este medio informativo. Como no
podía ser de otra forma está feliz con la ‘tregua’.
“El mayor problema” por José Aranda
Dado el clima de crispación
política, los análisis sobre el alto el fuego de ETA no sólo serán opuestos
sino que resultarán irreconciliables. Los partidarios del PP, que se han
mofado del presidente del Gobierno por cuanto ETA seguía poniendo bombas
mientras él hablaba de un posible proceso de pacificación, difícilmente
apoyarán un proceso de paz, que revalorizaría la figura de Rodríguez
Zapatero, y posiblemente mantengan sus negros vaticinios de rendición del
Gobierno a los terroristas y desmembramiento de la nación española.
El mayor problema, aparte de la
fisura social, está en que la ciudadanía permanezca ajena a una ocasión
histórica de acabar con una violencia que no tiene razón de ser en una
democracia en que cualquier ideología puede someterse al veredicto de las
urnas. Por ello, es importante introducir cuantos elementos de racionalidad
sea posible en el siempre difícil análisis de la estrategia política de un
grupo terrorista y conseguir que los ciudadanos, que ven el terrorismo de ETA
como uno de los tres principales problemas de España, con el paro y la
inmigración, puedan apoyar el fin de la violencia política.
Un primer elemento objetivo
radica en recordar que ya ha habido precedentes de tregua desde enero de
1988, hasta la de junio de 2005, en que se anunció el cese de acciones
armadas contra electos de los partidos políticos. No obstante, de los 14
anuncios de cese de la violencia que han precedido al de ayer, sólo el de
septiembre de 1998 tuvo también carácter indefinido. De la comparación del
escueto comunicado de la banda de ayer y del muy meditado con ocasión de la
tregua indefinida de 1998 se deriva que las posiciones no han variado gran
cosa y que el objetivo último es la soberanía de Euskal Herria, por más que
en este último ese objetivo se disimule hablando de 'los derechos que
corresponden al pueblo vasco para decidir sobre su futuro', instando a los
'Estados español y francés a reconocer los resultados de un proceso
democrático sin ningún tipo de limitaciones'.
Se supone, y quizás sea mucho,
que igual que ETA insta a ambos Estados a respetar el proceso democrático ese
resultado sería aceptado por ellos, por adverso que les resultara. Y aquí parece
que la decisión del alto el fuego, tras las recientes demostraciones de que
pueden atentar, viene avalada por su esperanza de un resultado electoral que
rompa un techo que apenas ha alcanzado el 20% de los votos, que les permita
unir sus fuerzas al resto de nacionalistas, sobre todo al PNV, para abrir un
proceso de autodeterminación.
Lo que no parece casual es que
esta declaración se produzca el día siguiente de ser aprobado en la Comisión
Constitucional el proyecto de nuevo Estatuto de Cataluña.
La tregua declarada a Cataluña en febrero de 2004 ya anunciaba que ETA unía
su objetivo de independencia al de esa comunidad y localizaba sus contactos
en personajes como el líder de ERC, quien amenazaba ayer con alcanzar un
Estado catalán independiente en lugar de quedarse en una nacionalidad
integrada en el Estado español.
Lo importante ahora es
consolidar el proceso y evitar la vuelta a la violencia, aunque la vía
democrática de ETA no dé el resultado espectacular que parecen esperar.
Cualquier análisis con datos muestra el difícil camino de quienes pretenden
la independencia. En el caso del País Vasco, no es banal la diferencia de
opiniones entre provincias, por no hablar de Navarra. Tampoco es banal que en
Euskadi apenas llegan a un 40% los autóctonos en dos generaciones (nacidos
ellos y sus padres en el territorio vasco) y que fuera residen no sólo
300.000 personas allí nacidas sino más de cuatro millones de descendientes de
vascos que emigraron al resto de España. Mal han de jugar los partidos
nacionales para que tanto vínculo afectivo y familiar pueda romperse en aras
a identidades que, para desgracia de los nacionalistas, sólo existen en su
imaginación.
Publicado en el
diario CINCO DIAS el jueves 23
de marzo de 2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente el
texto.
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“Primer paso de un difícil camino” por
Manuel Pimentel
Prudente alegría, contenido
optimismo. Desgraciadamente no podemos llegar más lejos a tenor del anuncio
de ETA. La banda terrorista ha decidido un alto el fuego permanente,
remitiéndose en su comunicado a un vago proceso democrático de paz, con la
retórica bien conocida del respeto al ámbito de decisión vasco.
Independientemente de los muchos matices, sombras y dudas que este nuevo alto
el fuego encierra, no cabe duda de que estamos ante una buena noticia. Entre
tregua sí o tregua no, siempre será mejor que las armas callen a que hablen.
Pero no podemos confiarnos. Al igual que en la fábula, no podemos terminar de
fiarnos de un anuncio fallidamente reiterado en el pasado. Ya depositamos
demasiadas esperanzas en otras treguas anteriores que al final terminaron en
un fracaso rubricado con sangre.
Desde ese escepticismo, debemos
analizar con suma prudencia las posibilidades que se abren. Primera pregunta
que debemos hacernos. ¿Sigue ETA un guión previamente acordado o el anuncio
responde a su libre iniciativa? Todo parece indicar que las partes siguen una
especie de hoja de ruta más o menos determinada. Con alta probabilidad, el
Gobierno esperaba este anuncio desde hacía tiempo. Era el principio del fin
que el presidente del Gobierno había anticipado. A partir de ahora se pondrá
en marcha un proceso que debe estar ya pactado en sus líneas generales y que
terminará en el referéndum de aprobación del nuevo Estatuto vasco.
Si nos elevamos en el tiempo y
la distancia podremos observar que se están produciendo en nuestro país unas
reformas estatutarias y territoriales de extraordinaria importancia para el
futuro. Si se consigue enderezarlo de forma razonable, el país habrá ganado
en descentralización y eficacia. Si por el contrario no se acierta en el tono
e intensidad de las reformas, todos terminaremos ganando en inestabilidad en
el futuro.
Personalmente soy optimista.
Estas cuestiones territoriales en el seno de los tradicionales Estados-nación
ocurren en otros muchos países europeos, en lógica reacción a la titubeante
construcción de una Europa supranacional, en la que la pervivencia de una
banda terrorista supone un disparatado y cruel anacronismo inaceptable para
la ciudadanía.
ETA cae porque está debilitada,
pero sobre todo porque un alto porcentaje de la sociedad vasca está cansada
de la violencia. Los terroristas saben que con cada nuevo atentado pierden
apoyo popular. No les queda más remedio que negociar su finiquito, y parece
que el Gobierno ha aceptado el reto.
Todos los mimbres se van
trenzando. Primero, el Estatuto catalán. Con la aprobación del texto en el
Congreso, sólo nos queda esperar la segura reválida de los ciudadanos
catalanes. La misma ERC ya ha anunciado que le costará propugnar el no a un
texto que objetivamente mejora los actuales niveles de competencia. Al final
quedará un texto que no contentará a nadie, pero que satisfará a la mayoría,
una vez que parece que ha conseguido el encaje constitucional. Con el frente
catalán despejado, el Gobierno centrará su atención en el asunto vasco, toda
vez que no es previsible que ni los Estatutos de Galicia ni Andalucía le
produzcan mayores dolores de cabeza.
A dos años del final de la
legislatura, el Ejecutivo deberá calibrar si esa compleja negociación es
materia de este periodo, o si mejor será dejarlo para un hipotético futuro
mandato. Salvo que tenga todo bien seguro y amarrado y con un resultado
aceptable para la opinión pública española, el Gobierno intentará la jugada
de la patada a seguir, intentando ganar tiempo. Los plazos de negociación y
tramitación en el seno del Parlamento vasco tampoco permitirán finalizar el
proceso en la presente legislatura.
Ha llegado la hora de la verdad
y de la fineza política. Esta tregua no debe tener un coste político ni
injuriar la memoria de las víctimas. Pero no cabe duda de que hay que avanzar
hacia el fin de ETA y la definitiva normalización de la democracia española.
Todos los partidos deben unirse en este trascendental momento, en el que se
ofrece una nueva oportunidad para alcanzar un equilibrio perdurable. Y por
supuesto que habrá vencedores. ¿Quiénes? Pues la paz, la democracia y la ley.
Publicado en el
diario CINCO DIAS el jueves 23
de marzo de 2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente el
texto.
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“La política y la justicia” por César
Arjona Sebastià
Llamamos administración de
justicia a la aplicación del Derecho. Y éste es el resultado de un proceso
político. A veces, de orígenes ancestrales, plasmado en costumbres sociales,
en valores casi inseparables de lo que consideramos socialmente natural. Y
otras, un proceso actual, pregonado a bombo y platillo y objeto de discusión
abierta y sin pudor.
El Derecho es, pues, política.
Política que se ha materializado en lenguaje. Así, esa ideología encarnada
cobra vida propia. O parece cobrarla. O solemos hablar en el debate
cotidiano, incluido el político, como si la cobrara. Y eso creo que está
bien, pero ni debe ni tiene por qué ocultarnos la naturaleza política de lo
jurídico. El recelo a reconocer esa naturaleza nubla y estorba la
clarividencia en unos cuantos de los principales debates actuales de la
política española. Y para la cuestión que nos está ocupando hoy a todos (tras
el anuncio de la tregua por ETA), vale lo mismo.
El Derecho ha jugado y seguirá
jugando un papel en este asunto. Algunos han enarbolado y seguramente
enarbolarán la bandera jurídica como un grito de guerra con el que acallar
todo lo demás. La administración de justicia es la vía, dirán, en el
entendido de que es, como tal, única. Otros han dicho, y seguramente dirán,
sí, pero también más cosas. Porque la administración de justicia aplica el
Derecho y éste es el resultado de un proceso político y de nuevo estamos en
el comienzo. El Derecho no está, o no debería estar, para escudarse en él,
sino para usarlo, con respeto y valentía, no como trinchera.
¿Qué puede pasar a partir de
ahora? Soberbia pregunta. Si he de decir algo más que prudencia y callar, es
que si el panorama político de Euskadi y de España se va a modificar
sustancialmente a partir de hoy (que no lo sabemos), y si esa modificación va
a ser para bien (tampoco lo sabemos, lo esperamos), es imprescindible
insistir en que la administración de justicia sigue su curso. Y ahora no
estoy hablando sólo de grandes declaraciones ni preámbulos, ni de la
discusión sobre si es o no legítimo ilegalizar determinadas organizaciones
políticas. Estoy hablando, también, de esa justicia administrada día a día,
la de víctimas y presuntos, la de togas y barrotes, cuyos documentos no se
conocen por nombres famosos sino por incómodos códigos.
Si algo cambia, mantengamos un
ojo atento a la administración de la justicia. Los años por venir pueden
ofrecernos un argumento apasionante. Puede que veamos al Derecho correr junto
y paralelo a la política, puede que lo veamos plasmándola y aplicándola como
una dócil herramienta, puede que lo veamos frenándola. Es más, puede que todo
eso ocurra a un mismo tiempo.
Los sectarismos políticos o, por
supuesto, jurídicos (que los hay) no nos ayudarán a ver nada de eso. Sería
una lástima perder la oportunidad de prescindir de ellos para disfrutar del
fenómeno. Y a lo mejor, fíjense, animados ya por tanta expectativa como nos
rodea, para intervenir en él con constructiva admiración, con el honesto
propósito de dignificar, aunque sea un poquito, el milenario objeto de esa
popularmente tan denostada administración.
Publicado en el
diario CINCO DIAS el jueves 23
de marzo de 2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente el
texto.
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“La economía y la nueva tregua” por
Joaquín Trigo
El crecimiento de la actividad
económica requiere un entorno institucional y social estable. En un marco
caracterizado por la violencia las personas tratan de sobrevivir y procuran
pasar desapercibidas, renuncian a las inversiones o, como mínimo, las reducen
o aplazan. A primera vista el anuncio del cese de la violencia es una buena
noticia, pero la experiencia obliga a acotar la buena impresión, no sea que
el deseo nuble la razón, haga olvidar la prudencia y se termine en nuevos
desencantos. La fábula del pastor y el lobo es pertinente para este caso.
La tregua viene adjetivada de
permanente. Eso no significa nada, aunque sería deseable que no fuera así. El
sustantivo y el precedente es lo que cuenta. El sustantivo (Diccionario de la Real Academia
1992, imp. 1995) se define como 'suspensión de armas, cesación de
hostilidades, por determinado tiempo, entre los enemigos que tienen rota o
pendiente la guerra', esto es, se trata de un cese transitorio. Así ha sido
en el pasado cuando en 1998 anunció otra como unilateral e indefinida…
que apenas duró 14 meses, y el mismo final tuvieron las que carecieron de
adjetivos.
El propio comunicado obliga a la
cautela. Se refiere a un alto el fuego, no al fin de las hostilidades.
Informa de que su objetivo es 'impulsar un proceso democrático' sin decir qué
es lo que en su opinión sería democrático sin serlo ahora, y 'construir un
nuevo marco' del que nada dice. Lo positivo es que se reconoce que la
condición para el proceso democrático es el cese de la violencia. Por lo
demás, hay demasiadas incoherencias en el texto pues dice que 'al final de
ese proceso los ciudadanos vascos deben tener la palabra y la decisión sobre
su futuro'. ¿Significa eso que durante el proceso no la tendrán… y eso
gracias a que los que antes dinamitaban ahora permiten que voten?
El llamamiento a la respuesta de
los Gobiernos español y francés, 'para que respondan de manera positiva a
esta nueva situación, dejando a un lado la represión', es una exigencia de
impunidad para los que tienen pendientes asuntos con la justicia. Lo cierto
es que el comunicado sólo ofrece el alto el fuego, pero no renuncia a las
amenazas ni a la extorsión, que se han seguido preparando cuidadosamente en
los últimos meses.
En fin, todo esto incita a
moderar las expresiones de alegría y a matizar cualquier impresión positiva.
La credibilidad se consigue con la coherencia reiterada y, de no tenerla,
como es el caso, exige decisiones drásticas e irreversibles. Una decisión
drástica sería la entrega de las armas. Una decisión irreversible podría ser
la relación pública de los responsables de la violencia, como la que ya hay
de las víctimas. Esa combinación, si fuera precedida de la entrega de armas y
otros recursos, unilateral, espontánea, y con compromiso de no volver a la
violencia, podría facilitar la labor de la justicia en pro del perdón.
Esperar esto, o una parte, requiere de una fe que no hay ni es fácil que la
haya cuando se alude a 'una verdadera situación democrática en Euskal
Herria'.
Si tras el cese de la violencia
aparecen las armas, cesa la extorsión y la intimidación y se abre un diálogo
fluido, el despegar de la economía vasca será sólido, esto es, rápido y
sostenido. La incertidumbre y las restricciones de empresarios y trabajadores
del País Vasco que hasta ahora han sido un inconveniente dejarían de frenar
la inversión, muchos de los que han tenido que exilarse podrían volver y la
capacidad de sufrir y sobrevivir, ejercida en un entorno propicio, darían
rendimientos espléndidos. De hecho, en la anterior tregua mejoró la situación
económica. Añádase a esto el volumen de recursos que hoy deben destinarse a
protección y que se liberarían para actividades productivas, así como el fin
de los destrozos causados por la violencia, la interrupción de actividades y
las molestias de todo tipo que van desde la restricción de la movilidad a la
prevención de los riesgos en presencia.
El conjunto de España
participaría de esta nueva situación en otra medida, pero también se
beneficiaría del cese de la violencia que estimularía la inversión, tanto la
interna como la extranjera, favorecería la imagen del país en cuanto a lugar
de turismo, residencia e inversión. La seguridad se expresaría en menor prima
de riesgo, aunque éste es difuso y ha perdido cierta intensidad, si bien no
ha sido por voluntad de quienes lo generan, como se aprecia en las
aprehensiones de explosivos. En fin, en el comunicado se dice que 'ETA
muestra su deseo de que el proceso abierto llegue hasta el final (…)
construyendo una paz basada en la justicia'. Sería espléndido que apuntase el
modo en que las víctimas pueden ser reconfortadas por la justicia…
porque el olvido, aunque lo deseen, no lo tendrán.
Publicado en el
diario CINCO DIAS el jueves 23
de marzo de 2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente el
texto.
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¿Dice lo mismo Onega en Galicia que en Cataluña? No siempre
ha dicho lo mismo el mismo día en dos artículos sobre el mismo tema. José
Cavero, una auténtica pena y pensar que este hombre fue director de los
Servicios Informativos de Antena 3 Radio. Jáuregui hace mucho tiempo que perdió
su careta. Su parcialidad es manifiesta y poco más le voy a decir. Fernando Delgado habla
de la cara de Rajoy y Aznar en la fecha que define como ‘gran día’.
Gran Día fue el que te perdimos de vista en los noticiarios de Televisión
Española, no tardabas demasiado en encontrar ‘exilio’ en PRISA pero
en al caja tonta no tuvimos que soportarte más, ese fue un gran día. Por el
contrario el día que padecimos ‘La mirada del otro’ fue una
pesadilla.
“Largo, difícil y duro” por Fernando
Ónega
Al fin. El soñado, esperado, anunciado,
por algunos temido, comunicado de ETA se ha difundido. ¿Qué significa eso?
Que se ha dado el primer paso hacia el final negociado del terrorismo. Nada
más que eso, pero nada menos que eso. A partir de él se abre un período
apasionante de la historia: cómo se aprovecha ese paso para conseguir, en
palabras de Ibarretxe, que «las armas callen para siempre». O, como dice el
británico The Guardian , que desaparezca el último grupo terrorista europeo.
La ilusión es mucha, pero las dificultades son inmensas. La memoria histórica
recuerda los intentos anteriores de diálogo, especialmente el abordado por
Aznar, que terminaron en gran decepción de la sociedad española.
En este primer asomo a la nueva
situación no se puede hacer otra cosa que dibujar perspectivas. Hay detalles
que alientan la esperanza. El fundamental es que ETA se muestra dispuesta a
seguir la hoja de ruta que marcó el Congreso en mayo del 2005; es decir, la
expresión de un deseo inequívoco de abandonar la violencia. Pero hay también
detalles, e importantes, que fuerzan toda cautela. Son las que podríamos
considerar condiciones políticas, aunque el comunicado no las defina como
tales: la creación de un «nuevo marco político»; el reconocimiento de los
derechos que a Euskadi «corresponden como pueblo», que suena algo a Plan
Ibarretxe; la referencia implícita a la autodeterminación, y la inclusión del
Estado francés en el proceso. Estos serían los precios políticos, expresión
satanizada, que podrían abortar todas las perspectivas que se abren.
Si ese panorama es difícil, no
son más fáciles las actitudes políticas. Ahí tenemos a un Partido Popular que
ahora se enfrenta a su propio discurso habitual. Hasta ahora ha mantenido una
oposición frontal al final dialogado. Cree, después de su experiencia de
gobierno, que al terrorismo se le derrota, no se le ofrece una salida. Y
ahora, en el proceso psicológico que vive este país, le resultará muy
complicado negarse a dar su apoyo a la iniciativa que dirige Zapatero. De
hecho, esas contradicciones se vivieron ayer: Matas dijo que estábamos ante
una «muy buena noticia»; María San Gil expresó sus recelos, y Rajoy tuvo que
elegir una vía que podríamos definir de «insatisfacción moderada»: no es el
comunicado que esperan, pero no puede negar su apoyo.
Sumado todo, empieza un proceso
largo y duro; pero no empieza mal. Son precisas toneladas de calma y
prudencia, las palabras que más utilizó Zapatero. Pero el ambiente dice que
algo muy importante ha empezado a cambiar en este país. Casi cerrado el
proceso catalán, empieza el vasco. El viaje va a ser largo y tenso. Desde el
escepticismo, un deseo: ojalá salga bien.
Publicado en
el diario LA VOZ DE GALICIA el jueves 23 de marzo de 2006.
Por su interés informativo reproducimos íntegramente el texto.
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“Una gran noticia” por Fernando Jauregui
En principio, y a salvo de que
conozcamos mas detalles, el anuncio de alto el fuego indefinido por parte de
ETA parece indiscutiblemente una gran noticia. Ya sabemos, o intuimos, que
poner fin a más de 30 años de pesadilla tendrá algún coste, porque toda
negociación tiene algún coste. Confiemos en que el precio no sea inasumible
para la dignidad de las víctimas de tanto tiempo de terror y para el conjunto
de los españoles.
El anuncio de ETA debe apuntarse,
sin sectarismos y sin echar las campanas al vuelo, como un éxito personal de
Zapatero, empeñado en una negociación de la que aún, a la hora de escribir
esta crónica, sabemos muy pocos detalles y desconocemos hasta su verdadero
alcance.
Pero éxito es, en fin y hay que
achacarlo a una voluntad decidida del presidente del gobierno por iniciar un
periodo decisivo de cambio en muchos aspectos, algo a lo que no puede
desconocerse que ha contribuido también la tradicional buena suerte que
parece acompañar al actual jefe del gobierno. Tal vez por eso, son muchos los
que hablan de que con Zapatero se habría iniciado una segunda transición.
Hay mucho debate subterráneo
acerca de si Zapatero nos está embarcando, o no, en una segunda transición.
Un concepto que agrada poco al Partido Popular, que se niega a comparar al
actual presidente del Gobierno con Adolfo Suárez, y gusta aún menos a los
socialistas, por lo que tiene de definitorio y absoluto. Y, sin embargo, hay
muchas, quizá demasiadas, semejanzas entre lo que comenzó a ocurrir en 1976 y
lo que está sucediendo en este 2006.
En primer lugar, porque este
José Luis Rodríguez Zapatero no está tan, tan, alejado de aquel Suárez que,
como ZP, llegó sorprendentemente a la presidencia del Gobierno. Como él, es intuitivo
más que reflexivo, temerario más que prudente, algo desarraigado, llegado al
poder con las mismas ansias de cambiar (y comerse) el mundo. Como Suárez,
Zapatero, llegado al poder a la misma edad que Suárez, no pertenece a los
grandes cuerpos de elite ni ha pasado por universidades extranjeras, ni
presume de una cultura exquisita. Recuerdo que Suárez decía en ocasiones algo
que perfectamente podría atribuirse a ZP: «si me equivoco, que me manden a
hacer puñetas». Y entonces actuaba. No parece que en lo relativo a esa
extraña negociación con ETA pueda decirse que Zapatero se ha equivocado. Y lo
digo, claro, con todas las reservas hasta que sepamos más, mucho más.
Esperando que se entienda lo que
quiero decir, porque en absoluto hablo de comparaciones exactas, sino de
situaciones peligrosas, la aprobación del término nacionalidad para la Constitución
fue, en su día, tan polémica como la de nación en el Estatut. Y la
legalización del PCE, aquel sábado santo rojo de 1977, casi tan contestada
como la presencia de ese fantasmal, y para mí aún algo misterioso, Partido
Comunista de las Tierras Vascas en el Parlamento de Vitoria. Eso nos lleva a
las negociaciones para el proceso de paz con ETA: un golpe arriesgadísimo el
de Zapatero llevando a las Cortes la aprobación para emprender esas
negociaciones que ahora parecen haber llegado a un término bastante feliz.
Porque, como Suárez, Zapatero ha decidido que los cambios que considera
imprescindibles -y que, como Suárez, aún no tiene bien diseñados- hay que hacerlos
en la primera etapa y buscando la complicidad de la mayoría parlamentaria,
porque, si no, se vuelven imposibles.
Muchos paralelismos más
encontraríamos en una disección detallada entre las situaciones de 1976 y la
de 2006, desde la oposición de algunas instituciones (por ejemplo, la Iglesia) a ciertos
cambios sociales hasta la alarma con la que en algunos círculos económicos se
contemplan los intentos intervencionistas del Gobierno (como la OPA de Gas Natural, que
acaba de sufrir un serio varapalo en un juzgado mercantil de Madrid). El
desconcierto de una parte bien pensante de la sociedad ante la rapidez y
contundencia con la que se presentan algunos cambios es algo que tuvieron que
afrontar ambos jefes de gobierno, lo mismo que la irrupción de nuevos medios
(antes, las revistas políticas, la mayor parte de ellas desaparecidas; ahora,
algunas web y blogs de Internet) iconoclastas que demandan mayor radicalidad
en los intentos regeneracionistas.
Y quedan preguntas flotando en
el ambiente, como entonces: ¿hasta dónde los cambios en la Constitución?
¿Está la idea monárquica verdaderamente asentada entre los españoles? ¿Cuál
ha de ser el papel a jugar por los partidos nacionalistas, ahora beneficiados
por una normativa electoral que habría que empezar a pensar en cambiar? En el
fondo, es una cuestión de profundización de la democracia, una profundización
que ahora, lógicamente, se reclama mayor.
Si conocer la Historia es
imprescindible para no repetirla en sus errores, Zapatero --que, me parece,
sí se ve inmerso en algo semejante a esta segunda transición de la que hablo-
debería, acaso, repasar la etapa que transcurre entre 1976 y 1978. Una etapa
en la que nace y se desarrolla un cierto bipartidismo, pero que es posible,
básicamente, porque la derecha y la izquierda renuncian a sus programas de
máximos y llegan a un acuerdo para desbloquear la situación y avanzar. Que
es, precisamente, lo que en mayor medida diferencia y distancia esta
situación de aquella: no se pueden acometer cambios en profundidad sin al
menos contar, hasta donde sea posible, con el parecer de quienes representan
a varios millones de españoles.
Es el caso del Partido Popular,
excluido de manera poco lógica de cualquier negociación sobre el Estatut
catalán, sobre el plan de paz con ETA o sobre cuestiones mayores de política
exterior o de política social. Acaso debería recordar Zapatero (y
probablemente también debería recapacitar sobre ello Mariano Rajoy) que el
juego entre Gobierno y oposición, cuando es realmente eficaz, incluye también
acuerdos de largo alcance sobre cuestiones que afectarán durante años en
temas cruciales a la vida de la nación. Sólo así acaban saliendo del todo
bien las cosas.
Pero, de momento, lo de este
miércoles ha sido, repito, una buena noticia. Cosa que también habría de
reconocer la oposición.
Publicado en
el diario LEVANTE el jueves 23
de marzo de 2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente el
texto.
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“Un gran día” por Fernando Delgado
En situaciones como la de ayer lo
mejor era escuchar a un hombre de Estado, como lo es, sin duda, Jordi Pujol.
Pujol se alegraba del «alto el fuego permanente» de ETA y recomendaba
generosidad en la gestión del júbilo. Otro tanto hacía Patxi López desde el
País Vasco, que prefería no comentar las palabras de María San Gil, que dijo
que a ETA le viene bien tener en La Moncloa a Zapatero, y prefería tomarlas el
socialista vasco como palabras del pasado para expresar su deseo de hablar de
futuro. Fue Artur Mas el que se ocupó de calificar las palabras de la señora
San Gil de repugnantes. Tan repugnantes como hubieran sido las de quien en
respuesta a esas palabras se le hubiera ocurrido decir que hay quien prefiere
que siga ETA para sacar a Zapatero de La Moncloa. Pero
desde La Moncloa
llamó Zapatero a Rajoy tan pronto tuvo dispuesta la noticia, y ajeno éste, no
ya a la generosidad a la que apelaba Pujol, ni a su responsabilidad, sino ni
siquiera a la más elemental cortesía, esperó a que pasarán casi dos horas
para contestar a la llamada del presidente. Era previsible saber que a Rajoy
la noticia no le gustaba nada, pero hubiera sido deseable que le gustara
algo. También a la
Conferencia Episcopal le supo a poco, aunque le supo a
algo. Bien es verdad que si algo de positivo hubiera en la gestión de
Zapatero para conseguir la declaración de ayer no será por las oraciones de
los obispos. Pero ayer no era día para escuchar a Zaplana o a Acebes, por
ejemplo, y sí dio gusto oír a Jaume Matas, que dijo que era un gran día para
la democracia, o a Alberto
Ruiz Gallardón, que no temió decir que se trataba de la más
importante noticia de los últimos años. Que la vicepresidenta dijera que toda
cautela es poca y poca toda prudencia era la propio y que lo de ayer sea el
principio del fin es lo esperable. Pero que, mientras llega el fin, nunca se
había avanzado tanto, es lo evidente. Y eso, ni es poco, ni para estar tan
triste como Rajoy. A Aznar no le vi la cara.
Publicado en
el diario LEVANTE el jueves 23
de marzo de 2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente el
texto.
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“Formidable alegría” por José Cavero
La gran noticia, esperada
durante años, llegaba finalmente al mediodía de este miércoles para alegría
de una porción importantísima de ciudadanos pero también para proporcionar algunos
grados de preocupación a otros ciudadanos que no parecen observar ventajas en
la decisión etarra de cesar el fuego de manera permanente. Valga el detalle
episódico de un testimonio radical que yo mismo he podido escuchar no sin
perplejidad entre los colegas presentes: «Prefiero morir con honra», decía
este informador. La mayor parte de los ciudadanos, con mayores o menores
cautelas y prudencias, han reaccionado de manera mucho más optimista, con
cava o sin él... Incluso los dirigentes de la oposición parecen observar que
el panorama ha comenzado a modificarse, y para bien. El Gobierno insiste en
su deseo de contar con el apoyo de las fuerzas políticas, ahora que ya es
apreciable y visible el principio del fin anunciado por Zapatero. Está por
ver que ese apoyo vaya a resultar más generoso que en las anteriores
ocasiones en que fue solicitado. Rajoy ha preferido siempre invocar la
hipótesis de la derrota final, y hasta de la extinción de la banda armada...
Lógicamente, las anteriores ocasiones en que se pudo haber rozado la paz
alientan las desconfianzas y las cautelas, y posiblemente todas serán pocas.
No se trata de fiarse de un grupo de ilustres caballeros sino de dar un
margen de confianza a los autores o responsables de varios centenares de
asesinatos a lo largo de cuatro décadas. Pero también debe tener lugar la
esperanza o la confianza.
Probablemente no es indiferente
el anuncio de ETA al hecho de que haya quedado aprobado en la comisión
constitucional del Congreso el futuro estatuto catalán, con apoyo del PNV y
el voto contrario de EA. La nación-nacionalidad catalana pudiera ser el
modelo a imitar en el futuro estatuto vasco que abordará la mesa de partidos
que propicia Ibarretxe...
Esa es, en definitiva, la mezcla
de sensaciones a las que da paso el anuncio de la banda. Será imprescindible
esperar y ver, observar la evolución de acontecimientos y comprobar si se
abre un tiempo de generosidad, o si hay lugar para alguna clase de precio
político.
Será una tarea, larga, difícil y
dura, había advertido Zapatero. Pero pocos dudan de la trascendencia del
momento en que nos encontramos, en el deseable comienzo del fin...
Publicado en
el diario LEVANTE el jueves 23
de marzo de 2006. Por su interés informativo reproducimos íntegramente el
texto.
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