La Comisión Constitucional aprueba el texto con el rechazo de PP y ERC y con sólo
tres puntos de fricción entre el PSOE y CiU. Carod avisa: «Hoy no se reconoce
a Cataluña como nación; quizá mañana tengan que reconocerla como Estado»
Barcelona/Madrid- Después de
semanas de guiños y guiños a ERC, el presidente de la Generalitat, Pasqual
Maragall, se alineó ayer con los postulados del Gobierno y subrayó que no
cree «justificado el anuncio de votación negativa de ningún partido» a la
reforma estatutaria, en alusión a la decisión de sus socios republicanos de
rechazar el texto en las Cortes. Maragall, en un comunicado, admitió que ve
«rota» la unidad del tripartito y, por eso, pidió al presidente del Gobierno,
José Luis Rodríguez Zapatero, que convoque a los líderes del cuatripartito
(CiU, PSC, ERC e ICV) con el fin de recomponer un consenso en horas bajas
tras la última crisis en la
Generalitat.
En su foro interno, Maragall
está convencido de que Esquerra virará hacia el «sí». Así lo asegura el
círculo más íntimo de asesores del presidente. En este sentido, el titular de
la Generalitat
recordó en su alocución que Francesc Macià -presidente catalán de los años
30- aceptó la contrarreforma estatutaria del Estado, pese a que se recortaron
sustancialmente las ambiciones catalanas. Fue una referencia inequívoca a
ERC, ya que Macià era presidente del partido republicano. Por fortuna, las
convicciones de Maragall coinciden con los requisitos del Gobierno, ya que en
Moncloa juzgan «incompatible» la supervivencia del tripartito sin un «sí» de
Esquerra al Estatut. El PSOE no aceptará votos nulos ni abstenciones por
parte de sus todavía aliados independentistas.
Mientras el «divorcio» se
ventilaba en Barcelona, a eso de las tres y media de la tarde los leones de
la puerta principal del Congreso asistieron impertérritos a la foto oficial
que cerró el trámite del Estatut en el Congreso. La instantánea fue
consecuente con la realidad por la ausencia de los diputados del PP, fiel
reflejo del rechazo de los populares al texto. Pero también dejó la insólita
imagen del apretón de manos entre Artur Mas y Josep Lluís Carod-Rovira, sólo
unos minutos después de que ERC confirmara su anunciado «no» al proyecto
revisado por la Cámara
Baja y capitalizado como un éxito propio por CiU. Gestos
fotográficos aparte, la Comisión Constitucional aprobó la versión
definitiva del texto gracias a los votos de todos los partidos salvo los
mencionados y EA. El presidente de la Comisión, Alfonso Guerra, no se guardó ninguna
sorpresa final y eliminó los textos discordantes entre ambas delegaciones,
por lo que el documento que debatirá el Pleno del Congreso el próximo jueves
no incluirá los artículos referentes a las selecciones deportivas catalanas,
la circunscripción electoral de Cataluña en el Parlamento europeo y el ya
famoso traspaso de El Prat a la Generalitat. El PSOE confirmó que el hipotético
reparto de la gestión del aeropuerto se discutirá en un foro diferente,
aunque los partidos catalanes todavía pueden intentar forzar el escenario con
enmiendas en el Senado.
La de ayer era la última
oportunidad para la mayoría de los ponentes de hacerse un hueco en los
telediarios y crónicas periodísticas, así que todos intentaron colocar sus
«frases-resumen» aprovechando la excusa del debate sobre el preámbulo. Así,
Carod-Rovira justificó el rechazo «con todo el dolor del alma» de ERC al
Estatut en el 15% del texto que su partido no respaldó en las votaciones
parciales y que considera «fundamental». «Se daban las mejores condiciones,
pero España no quiere ser plurinacional. Hoy no se reconoce a Cataluña como
nación; quizá mañana tengan que reconocerla como estado» sostuvo el líder de
ERC, que quiso anticiparse a las consecuencias de su postura para el
tripartito -«que nadie nos castigue por defender lo mismo que el 30 de
septiembre»- y exigió a Artur Mas «un poco menos de arrogancia». El
interpelado utilizó la mayoría de su tiempo para destacar -otra vez- la importancia
del reconocimiento expreso de las Cortes a la «nación» catalana, y además
retó al PP a «subirse al tren que hoy se pone en marcha o quedarse en la
estación». El símil ferroviario hizo fortuna entre el resto de portavoces:
Eduardo Zaplana (PP) lo consideró «de vía estrecha y corto recorrido»,
mientras Joan Saura (ICV) se felicitó de que los populares lo compararan con
un convoy de Cercanías, «el que usa el 80% de los catalanes». También hubo
tiempo para la visión poética de Gaspar Llamazares (IU) -«este Estatut está
construido con el material imperfecto del que se hacen los sueños»- y la más
pragmática de Diego López Garrido (PSOE), convencido de que el texto cuadra
el círculo: «Es constitucional y no lesiona las pretensiones del Parlament».
Una
información de M. Pardeiro y E. Fuentes publicada en el diario LA RAZON
el miércoles, 18 de marzo de 2006. Por su interés, elzapatazo.com reproduce
íntegramente el texto.
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