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21 de Marzo, 2006
Volvíamos al ‘Corazón
de Europa’ (imagino que dicho músculo ha sufrido un infarto letal) y la realidad
demuestra que hemos vuelto únicamente al aislamiento internacional nunca visto
en España desde la desaparición del dictador. Más de 100 días en los que nuestro
‘Presidente Accidental’ no ha salido de España. Supongo que esta agenda
internacional es la demostración de la indudable influencia de nuestra nación
gracias al prestigio internacional de Zapatero proclamada por Moratinos no hace
mucho. Aznar dijo en su día haber sacado a España del rincón de la historia. El
tiempo le ha dado la razón por mucho que ladrasen los sectarios de siempre. Y lo
peor es que en todo este semestre, cumbres europeas al margen no hay programado
ni un solo viaje de estado ¿Nadie quiere ver a Zapatero? ¿Por qué? La respuesta
la conocen perfectamente.
Zapatero retoma el jueves su
agenda diplomática después de más de cien días sin
viajar
Madrid.- El presidente del
Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, retomará el jueves sus viajes al
extranjero con una breve visita a Bruselas para asistir al Consejo
Europeo. El titular del Ejecutivo, quien ha demostrado su animadversión a
los viajes largos y a dormir fuera de casa, ha mantenido cien días inédita
su agenda exterior. A principios de año, se produjo cierta sorpresa al
comprobar que el inquilino de La Moncloa no tenía previsto
ningún encuentro internacional, salvo los de obligado cumplimiento como el
de pasado mañana. Se barajaron entonces distintos argumentos para
justificar esta apatía viajera. Entre ellos, los numerosos frentes
abiertos en la política nacional relacionados con la no decretada tregua
de ETA y la reorganización territorial. Sin embargo, como teoría parece
más plausible su desinterés casi absoluto por los asuntos internacionales.
De hecho, al margen de esta salida, La Moncloa sólo ha confirmado para
este semestre su asistencia a la Cumbre UE-América
Latina- Caribe de mediados de mayo, en Viena.
Una realidad que contrasta
con la actitud de sus antecesores, en un tiempo en el que la política
internacional adquiere cada vez mayor relevancia en el día a día interno.
Sus homólogos de la
UE pasan una media de 70 días al año fuera de casa. En el
siglo XXI, a diferencia de lo que sucedía hace unas décadas, la política
internacional se basa en las relaciones personales de presidente a
presidente, más que en las gestiones que llevan a cabo los miembros del
cuerpo diplomático. Hoy en día, los jefes de gobierno o los primeros
ministros están presentes en los foros internacionales para forzar
alianzas y conocer colegas. Una actividad que practica Zapatero, quien ha
delegado la actividad internacional en el ministro de Exteriores, Miguel
Ángel Moratinos.
El jefe del Ejecutivo ha
centrado su política internacional en torno al eje
Marruecos-Alemania-Francia y a personajes como Castro- Chávez y Evo
Morales. Estas amistades dificultan, entre otras cosas, las relaciones de
España con EE UU. Zapatero, por falta de interés o por desidia, ha
postergado o cancelado varios viajes internacionales como la segunda
cumbre hispano-polaca. El día anterior declaró en la Comisión del 11-M
del Congreso de los Diputados, lo que debió de dejarle tan agotado como
para impedirle cumplir con su compromiso con el primer ministro polaco.
Unos días antes había postergado su visita a Moscú, también por cansancio.
En julio pasado, redujo drásticamente su itinerario en Asia. Pasó de
visitar Shangai y la
Exposición internacional de Aichi, en Japón y el viaje
sólo duro los tres días que estuvo en Pekín.
También canceló su
asistencia al Foro Formentor, organizado por la Fundación Repsol, y en
junio de 2004, limitó a un día su estancia en Estambul, cuando se celebró
allí la
Cumbre de la OTAN. A pesar de la brevedad,
el presidente protagonizó una de sus actuaciones con más eco internacional
al proponer a los restantes jefes de Estado europeos que le imitaran y
retiraran las tropas de Irak. El último viaje diplomático de Zapatero fue
el 15 de diciembre de 2005 para asistir al Consejo Europeo en el que los
Veinticinco cerraron el acuerdo presupuestario de la UE para el periodo
2007-2013. Desde entonces, ha permanecido en suelo español y ha centrado
sus actividades en asuntos internos.
Afganistán, su última
«excursión» fuera de España
Se han cumplido cien días de
«cuarentena» de José Luis Rodríguez Zapatero dentro de España y sin pisar
suelo extranjero. Bueno, quizá un poco menos de cien días. Porque
realmente lleva 96 sin salir. Cierto es que ese viaje no tenía nada de
diplomático, y que su fin era visitar a las tropas desplegadas en ese
país. Zapatero se «coló» en el desplazamiento programado por Bono dentro
de su gira de visita a los efectivos destinados en el extranjero. Pero de
nuevo esa salida del presidente del Gobierno fue breve, muy breve. Más de
diez horas de vuelo desde Madrid a Kuwait, y otras tres en Hércules desde
ahí hasta Herat. Trece horas. En territorio afgano no estuvo casi ni la
mitad de tiempo que el empleado en el traslado, y vuelta al avión, tres
horas hasta Kuwait, diez a España y se acabó. Una de las razones puede ser
la seguridad, otra, una constante. Los viajes de Zapatero son breves. Eso
sí, el presidente dejó la imagen de las navidades haciendo la ola junto a
sus ministros y los soldados de Herat.
Una información de Carmen
Gurruchaga publicada en el diario LA
RAZON el
martes, 21 de marzo de 2006. Por su interés, elzapatazo.com reproduce
íntegramente el
texto. | |
¿Qué tendrá el
‘Presidente Accidental’ para que un personaje como Otegi acuda en su defensa de
forma sistemática? Incluso tras la petición de prisión incondicional formulada
por la Fiscalía General
del Estado el batasuno sigue clamando la protección de ZP. Pocas dudas
albergamos a este respecto, el interés del líder etarra sólo puede ser
proporcional a la preocupación del ciudadano honrado ¿se convertirá el PSOE en
el Partido de los amigos de los criminales? Antecedentes existen, por ejemplo el
presidiario Rafael Vera… El tiempo resolverá el enigma, sin duda.
Madrid.- «Cuidar a
Zapatero». Es la consigna que el dirigente de la ilegalizada Batasuna
Arnaldo Otegi se empeña en transmitir desde hace meses a todo dirigente
político con el que tropieza y le quiere oír. Otegi quiere arropar a toda
costa al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para que
continúe como inquilino de La Moncloa. Lo suyo es una
cuestión de supervivencia política. Por eso ha hecho llegar al Ejecutivo
el mensaje de que no importa que el fiscal general del Estado, Cándido
Conde-Pumpido, haya solicitado su encarcelamiento, para sorpresa de
La
Moncloa.
El dirigente batasuno piensa
que una derrota de Zapatero en las generales supondría el punto y final
del recorrido político de su formación y del denominado «proceso de paz».
«Un cambio de liderazgo en el Gobierno sería nefasto para su causa.
Acortaría la trayectoria iniciada hacia la legalización de Batasuna. La
caída de Zapatero tendría un efecto domino. Le arrastraría también a él».
Así resumen destacados líderes nacionalistas sus conversaciones con
Otegi.
Soltar
lastre. El
líder abertzale, consciente de esta realidad, presiona a dirigentes del
PNV, como Josu Jon Imaz, para que cuiden a Zapatero, «el único capaz de
acabar con ETA», y, de paso, posibilitar que Batasuna entre por la puerta
grande de nuevo en el Parlamento vasco, tras concurrir a las siguientes
elecciones del País Vasco, que tocan en 2009, un año después de las
generales. «Es decir, que si Zapatero pierde, Otegi se puede ir olvidando
de volver a pisar moqueta», avisan fuentes nacionalistas. De ahí el
interés desmesurado del batasuno, que prácticamente se ha convertido en su
obsesión, de preservar la figura del presidente. En ello le va la
perpetuación de su fuerza.
Mientras, el PNV, ojo
avizor, se dedica en las últimas semanas a soltar lastre a diestra y
siniestra. En primer lugar, suelta amarras del Gobierno central y su
negociación con ETA. En el PNV hay un cierto malestar de fondo por la
forma en la que Zapatero está llevando la cuestión vasca. Por eso se ha
comenzado a desmarcar, con un mensaje muy claro: «Si lograr acabar con
ETA, será su triunfo. Ahora bien, si fracasa, la responsabilidad será sólo
suya», advierten. De momento, los peneuvistas se arrogan un papel
exclusivamente político en este proceso y una vez que ETA haya entregado
las armas. Ése será, si llega, su momento de
protagonismo.
El PNV ha comenzado a soltar
lastre también respecto a Batasuna, quien, de regresar a la escena
política vasca, le puede provocar «un roto electoral», sobre todo, si le
disputa el espacio del nacionalismo ortodoxo, con una defensa cerrada de
la autodeterminación e independencia del País Vasco. De hecho, los hombres
de Imaz interpretaron el comunicado de ETA del 18 de febrero, en el que se
acusaba al PNV de españolista, en clave electoral. Según los
nacionalistas, la banda justifica y justificará un eventual futuro desarme
con el argumento de que ninguna fuerza da cuenta de las necesidades reales
de los vascos. «Léase: ningún partido representa el nacionalismo ortodoxo
que reclaman los vascos». Con este mensaje, los etarras plantarán cara
para arrebatar al PNV su espacio electoral, si deciden entregar las armas
antes de las autonómicas.
El fin de ETA supondría un
comensal más en los próximos comicios vascos para repartir 75 escaños. Si
se parte el pastel entre nacionalistas y no nacionalistas, la porción para
los nacionalistas queda reducida a 39 escaños. «Muy poca tarta para cinco
formaciones», aseguran los peneuvistas. Ahora la coalición EA-PNV cuenta
con 29 escaños; PCTV, con 9; y Aralar tiene uno. El PNV es consciente de
que esta atomización de la escena política vasca le puede llevar
directamente a la oposición. Por eso se mueve en dos frentes de batalla.
El primero, en ganar la partida de la ortodoxia nacionalista. De ahí sus
últimas reivindicaciones, como el derecho de autodeterminación. En el
segundo frente, el electoral, apuestan por iniciar una operación de fusión
entre Batasuna, Aralar, PCTV, EA y PNV. De tal manera que el panorama
político quede reducido a dos fuerzas nacionalistas, a imagen y semejanza
de Cataluña, donde se disputan el voto nacionalista ERC y
CiU.
Una información de
Inmaculada G. de Molina publicada en el diario LA
RAZON el
martes, 21 de marzo de 2006. Por su interés, elzapatazo.com reproduce
íntegramente el
texto. | |
El ‘Presidente
Accidental’ siempre se llena la boca hablando de la lealtad mantenida por el
PSOE desde la oposición en materia antiterrorista. Ayer el diario ABC publicaba
esta recopilación que prueba, una vez más, el engaño masivo al que recurre ZP de
forma compulsiva. Nuestro servicio de documentación les ofrecerá una información
detallada de cuanto acaecía en aquellas fechas. Mientras llega el momento valga
este artículo como anticipo.
Los socialistas decían
entonces que no participarían «en negociaciones o mesas donde esté un
partido como HB, que gradúa la violencia para hacer de ella la táctica más
adecuada a sus intereses»
MADRID. Era enero de 1999.
Habían transcurrido varios meses desde que en septiembre de 1998 ETA
declaró una «tregua» en su actividad terrorista. Gobernaba José María
Aznar en minoría y, pese a prosperar con acuerdos concretos con el PNV en
el Parlamento, esa luna de miel empezaba a nublarse. El frente
nacionalista-proetarra que unió a PNV y HB en el pacto de Estella
deshilvanaba los pespuntes que Aznar había marcado con la colaboración de
Xabier Arzalluz para la legislatura. Y el PSOE, cuyo líder era José
Borrell, atravesaba su particular Rubicón tratando de superar el intenso
liderazgo de Felipe González.
Los socialistas, entonces en
la oposición, criticaban con dureza la «gestión» que el PP y Aznar hacían
de la tregua y, al igual que ahora hace el PP con Rodríguez Zapatero,
censuraban entonces el «secretismo» del Gobierno del
PP.
«A Aznar se le va de las
manos»
El 11 de enero de 1999,
Borrell presidió la primera reunión del año de la Ejecutiva
socialista, en la que, vista la senda que marcaba Estella, culpó a Aznar
de «debilidad» y de provocar la «ruptura definitiva de la unidad de los
demócratas» en la lucha contra el terrorismo; de crear un escenario
«gravemente preocupante»; de permitir «que se le vaya de las manos la
situación»; de estar «desbordado y sin rumbo político conocido»; y de
«explotar electoralmente a las víctimas para llenar los telediarios». Todo
ello, manteniéndose un pacto del PP con el PNV pese al «impúdico abrazo»
que, según el PSOE, escenificó Arzalluz con Batasuna en
Estella.
Incluso, pocos días después,
Borrell acusó a Aznar de «abdicar de sus responsabilidades» en el País
Vasco. Por ello, y en reclamación de que adoptase como «pauta de conducta»
la transparencia sobre el «proceso de paz», la confianza, el acuerdo y la
«búsqueda de consenso», llegó a plantear a Aznar un «decálogo» de
exigencias a través de un documento titulado «Los socialistas ante la
paz». El Gobierno del PP se quejó entonces, como ahora hace el Ejecutivo
de Zapatero, de falta de lealtad por parte de la oposición por utilizar la
política antiterrorista como arma electoralista y no como terreno
neutral.
El día 19 de enero, Borrell
habló directamente de «incapacidad» de Aznar para gestionar la tregua,
entre otros motivos porque hacía un «uso inadecuado» de la política
penitenciaria y desaprovechaba como instrumento de negociación el eventual
acercamiento de presos etarras a cárceles situadas en el País Vasco. El
PSOE sí utilizaba la tregua para atacar al Gobierno. Pero es cierto que
entonces no pesaban sobre estos partidos las imposiciones del Pacto
Antiterrorista, ahora en vía muerta.
En aquel «decálogo», el PSOE
no sólo exigía a Aznar el «apoyo a progresivos acercamientos de presos a
cárceles próximas al País Vasco». También pedía que no sacrificase el
«modelo político» español en su «gestión» de la tregua. «La gestión de la
tregua y la consecución de la paz no pueden pasar por una revisión de
nuestro modelo político», señalaba el PSOE. Una reflexión de la dirección
socialista que incurre en contradicción con lo que ahora -según denuncia
el PP- promueve Zapatero: que ETA desaparezca, pero a cambio de sentar las
bases para la «autodeterminación» del País Vasco. Paz a cambio de un
«precio político», algo que el PSOE niega
reiteradamente.
Los socialistas completaban
aquel «decálogo» con premisas como que no existe un conflicto de «índole
nacional» entre el País Vasco y el resto de España; que el verdadero
«conflicto» es el terrorismo; que «hemos sido y seguiremos siendo leales
con el Gobierno»; o que «las víctimas son nuestra principal
preocupación».
Una tregua con «objetivos
políticos»
Y a ellas añadían las
siguientes: «el pueblo español es el titular de la soberanía nacional y no
va a renunciar a su ejercicio. Estella conduce a la ruptura»; «con
violencia no puede haber diálogo político»; y «queremos un futuro de paz
para el País Vasco en un marco de autogobierno dentro de un proyecto
federal para España».
Por entonces, la tesis
oficial del PSOE era que la tregua de ETA -algo que ahora no existe-,
lejos de ser una puerta para la paz, era sólo un cambio de estrategia de
la banda sin renunciar a conseguir sus objetivos «políticos». «Los
rebrotes de la violencia -decía Borrell- nos inducen a creer que la tregua
puede acabar siendo una estrategia para imponer soluciones políticas que
no concuerdan con la voluntad de la mayoría». «No participaremos -defendía
ante su Ejecutiva- en negociaciones o mesas donde esté un partido como HB,
que gradúa la violencia para hacer de ella la táctica más adecuada a sus
intereses».
Ahora, Zapatero dice que
dispone de «información» de que las cosas no son como en 1999 debido al
«hartazgo» generalizado -fuera y dentro del entorno de ETA- del
terrorismo. Pero los datos objetivos son que no hay declarada ninguna
tregua; que el Pacto Antiterrorista está roto; que el PSOE de 1999 se
comportaba en la oposición de una manera muy semejante a la que ahora
critica del PP; que el PSOE ha iniciado una revisión del modelo de Estado;
y que, al igual que siete años atrás, resulta inevitable dudar de que ETA
quiera desaparecer o sospechar de que la ausencia de atentados mortales no
es tanto el reflejo de una voluntad de paz como un nuevo ejercicio de
«tacticismo» de una banda terrorista.
Una información publicada en
el diario ABC el lunes, 20 de
marzo de 2006. Por su interés, elzapatazo.com reproduce íntegramente el
texto. | |
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